Silenciosos, observadores, los fotógrafos salen a la búsqueda de la belleza, de la conjunción única de espacio, materia y tiempo en proporciones áureas como cazadores de mariposas efímeras.
Una especie de condescendencia hacia ellos en la apreciación de un tiempo galvanizado, de la que buscan ser merecedores.
Eso, y que les pille con la cámara encendida.
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