jueves, 23 de abril de 2009

Otros Mundos (II): Efemeroptera


Silenciosos, observadores, los fotógrafos salen a la búsqueda de la belleza, de la conjunción única de espacio, materia y tiempo en proporciones áureas como cazadores de mariposas efímeras.


Una especie de condescendencia hacia ellos en la apreciación de un tiempo galvanizado, de la que buscan ser merecedores.


Eso, y que les pille con la cámara encendida.


lunes, 13 de abril de 2009

El Horror (I): La Liberté


Toma delicadamente dos pequeñas porciones de corcho circulares y con ayuda de un puñado de alfileres construye una pequeña jaulita cilíndrica, según ha aprendido (fan) de los comics de "Los Jóvenes Castores".

Al atardecer, guiándose por el sonido, consigue atrapar una pesadilla oscura, un grillo. Lo guarda con delicadeza en la jaulita, le pone lechuga para que esté contento y cante alegre todas las tardes.

Y por las noches el grillo canta desesperado porque su sistema nervioso has gone off, sus hormonas de pánico perpetuo le llevan a repetir incesantemente un chirrido delirante que ya no significa nada, y el niño lo mira y sonríe porque su animalito está contento, le pone más lechuga a través de los barrotes de su casita porque ya se sabe que si no se puede morir de hambre, el pobrecito.




(Imagen: La Libertad guiando al pueblo, Delacroix, 1930)

domingo, 12 de abril de 2009

Machina (I): Sempervivens


Presentan algunos insectos pautas conductuales estrictas: tienen algo de engranaje, de nave alienígena, de polea los sinuosos senderos que unen el cadáver de un ave pequeña con el montículo que es campamento base y guarida, zona y ciudad.

Puedes verlas también al coger el metro casi siempre a horas extremas: increíblemente hormigas o polillas, los insectos dibujan con sus bolsos y sus manos patrones que no comprenden, que se transmiten [degeneración en generación] de generación en generación.

Son tan hermosas esas filigranas heredadas, posiblemente por lo ingenuo de su naturaleza, por esa tranquilidad con que los coleópteros ejecutan gestos que les sobrevivirán, el disfraz que utilizará distintos cuerpos cuando los de ahora se le queden resecos.

Sedimentos de precisión ajenos, maquinarias sutiles que nos habitan y que tal vez sea la Esencia que Sartre.

Y así nos va, claro.

(Imagen: Siemprevivas. Miguel Foronda, 2008)

domingo, 5 de abril de 2009

Otros Mundos (I): Crisálida.




Pequeños seres hidrofóbicos, así es como somos inventados. Es por eso que nos recubrimos de una capa impermeable, translúcida, nuestra pequeña aportación a la fiesta de disfraces.



Creyéndonos implacables, súmamente cazadores, vestimos formas de horror o fantasía, adoptamos conductas acordes con nuestra apariencia: el espíritu de la crisálida.


Pero al ritmo de los pulsos que laten aquí abajo en la zona (ciudad, charco), sentimos de pronto la necesidad de escapar de esta marea sorda de sonidos, esta orquesta luminiscente bajo el agua. Así pues, empujamos nuestra frente cuando sentimos esa llamada, contra la fría pared semitransparente (es en esos momentos cuando sentimos más intensamente la levedad de nuestro disfraz): sólo entonces, empujando aplicadamente contra el aire duro conteniendo la respiración, conseguimos despojarnos de lo que nos ata a esta hamaca de gritos templados, nos arrancamos a nosotros mismos de la blanda aceptación del mundo-charco y nos lanzamos contra este otro cristal falso, nos incrustamos ingenuos en el sucio paralelepípedo resonante de lamidos en la oscuridad, frágil cábala de absurdas (e inútiles) dimensiones, creyendo así lanzarnos hacia la vida, cuando lo único que nos espera ahí fuera para acunarnos con sus brazos abiertos, es la muerte.




(Imagen: Crisálida 9755, Jose Luis Álvarez)