jueves, 8 de julio de 2010

El Horror (IV): En Blanco


Los días se diluyen como ceniza en un vaso. Cada horizonte que entreveíamos ha resultado ser un poso de alga, de isla sin náufrago.
Me encierro.
Pienso en tí como en una gota indisoluble, crisol de brumas y de hueso molido.

Ato unas palabras con una roca y sin embargo nunca me atrevo a lanzarlas al mar. Cada cosa que escribo huele a sobada, a vieja leyendo un tarot barato. Compro periódicos usados, y con ellos construyo una nueva biblioteca. Guardo balas de cobre y de barro en un cajón con llave; son las balas que usará cualquier otra persona, pero no yo, y menos con este disfraz de falso escritor, de falso suicida.

Mastico literatura como quien busca un tesoro inexistente; me canso, en definitiva.


Reconozco (y eso no va a salvarme, ni mucho menos, de los arañazos en las entrañas) que estoy en blanco.

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