Aporreo sobre las teclas como quien baila el cascanueces con un disfraz de astronauta. Astronauta, astrolabio, sueños. Palabras, al fin y al cabo. Y todo para decir que estoy como embotado de mí mismo.
Vuelvo a intentar tejer, con mi disfraz cauteloso de estudiante. Vuelvo a recoger migas y juntarlas y hacer algo que asemeje un todo aunque no lo sea, vuelvo a ensalivar pequeños trozos de mí y esperar que este crisol asustado se decida a cauterizar la herida. O a abrirla del todo de una vez, mejor el rojo brillante que las supuraciones lentas, tan postergadas, tan reptiles dormidos.
Así que aquí me tenéis de nuevo, exhibicionista impúdico: valiente, desnudo, pero replegado sobre mí mismo para mostrar lo menos posible.
Que total: si siempre acabo echando de menos en forma de futuro perfecto a las personas que más me arropan, a las que puedo tocar con sólo estirar mis dedos, siempre me sucede que acabo viéndome como un mero espectador, lo cual me impide disfrutar plenamente del momento. Eso, y una palpable retracción de mi proyección del yo cuando la situación requería haberme troceado y expuesto en un mostrador. Os quiero. Lo digo en serio, aunque lo diga por escrito y a escondidas.
Uñas, tigre, astrolabio, fiesta de disfraces, carnicería. Mis dedos hoy no apuntan a nada, pero quien esté preparado para el espectáculo, entresacará lo más jugoso de entre el sebo verborreico.
Buenas noches, y de nuevo mis más sinceros deseos: sean felices.
(Madrid, 11/12/2008)
Enhorabuena por reconstruirte, reorientarte, reencontrate.
ResponderEliminarSé feliz tu también.